"No vemos las cosas como son, sino como somos. Ante la vida, actitud"
Qué risas y qué felicidad...antes de empezar!! |
The best supporters ever! |
![]() |
El súper laberinto de los códigos secretos. |
Hablar de 4 taxis para recogernos a
las 3 de la mañana, parece como hablar de algo trivial y fácil, pero hasta
escribir en chino puede resultar más sencillo que esta odisea de gestión.
Nuestra suerte, fue tener a Yanting (chinita encantadora responsable de los
apartamentos) para organizarnos, que si no, me parece a mí que el maratón lo
hubiese tenido que hacer subiendo los 25 pisos con los que contaba nuestra
morada.
Caras de sueño, nervios, risas
(éstas no faltaron en los 8 días de viaje) y cansancio acumulado para aburrir.
Yo al principio sintiéndome un
poco agobiada por varios motivos:
·
Por haber metido a
todos en ese fregao, pues con o sin ganas, habían tenido que madrugar e iban a
tener que participar en la carrera de 10kms, que contaba con 2500 escalones y
un desnivel positivo de 600m.
·
Por no haber
encontrado el cargador de mi reloj-gps y tener que llevar el iwach de mi amigo
Nando, sin tener la certeza de que fuera a medir bien los kilómetros o no.
·
Por no haber dormido
más que 30 minutos (pensando en si vendrían los taxis a tiempo o en si sabrían
dónde tenían que llevarnos).
·
y por no haber
cenado la noche anterior (los chinos son de comprender más bien poco, ni
siquiera el inglés y cuando entendieron que quería un plato de espaguetis, la
cocina ya había cerrado y a todos les habían traído ya cena, menos a mí).
Las circunstancias eran esas, no
había vuelta atrás, así que cuando vi allí ya a todos los taxis, me relajé y me
dejé llevar. Nada como la aceptación para tirar hacia adelante sin miedo a nada.
Llegamos al hotel y los nervios
pre-carrera me atacan con esa sensación que tengo siempre de “joder, qué pinta
profesionales tienen todos, no sé qué leches hago yo aquí”. Menos mal que tener
una hermana como la mía es contar con el comodín de la llamada y el del público
todo en un mismo pack, pues al conocer mis pensamientos de niña pequeña
acojonada venida a menos, me tranquiliza con un… “siempre te pasa lo mismo y
luego acabas y además quedas por delante de muchos de ellos”.
Esperando en el hotel, muerta de sueño |
Casi rozando las 5 de la mañana,
empieza nuestra aventura hacia la gran muralla China.
Al igual que los traviesos de la
clase, vamos sentados en tropel en los asientos traseros del bus.
Voy sentada junto a mi hermana,
cuando de repente veo que se levanta y empieza a quitarse ropa. Me giro y veo a
todos levantados haciendo lo mismo, chaquetas, corta vientos, forros…y empiezo
a preguntar con cara de incomprensión…¿qué hacéis?
De repente me gritan todos
“¡¡¡sorpresa!!!” y yo me quedo totalmente en shock al ver que llevan una camiseta
técnica con una foto mía por delante y un mensaje por detrás en el que pone
“Sylvie’s team supporter, contigo hasta el último peldaño”. Por si siento poca
emoción ya, añaden la guinda, dándome una foto en la que salen mi madre y mi
hija, vestidas también con dicha camiseta. Momento impagable donde los haya, en
el que se me saltan las lágrimas sin poder evitarlo…¿habrá alguien en el mundo
con más suerte que yo con esta compañía?
Llegamos al punto de salida a
las 6 de la mañana (de día era ya desde las 5). Teóricamente íbamos a empezar a
las 6.30, pero entre ponte bien y estate quieta, aquello se retrasa hasta las
7.15. Entre tanto, nos da tiempo para hacernos mil fotos en el photocall,
cantarle el cumpleaños feliz a Nieves y reírnos sin parar al ver las
actuaciones pre-carrera con las que nos deleitan.
Punto de encuentro para la salida |
Mi megaequipo con las camisetas sorpresa |
cara A |
Cara B |
Salimos todos a la vez, los de
5kms, los de 10kms, los de la media maratón (half) y los de la entera (full).
Me desean suerte y me marcho a mi ritmo corriendo tranqui hacia arriba.
Veo a Pablo por delante de mí
(el hijo adolescente de mis amigos Amparo y Nando) que es un deportista nato y
va más que sobrado. Él es quien me ha colocado una gopro enganchada en la gorra
para que grabe cuando me parezca los tramos de carrera que quiera.
El primer kilómetro y medio va
hacia arriba, como por una carretera con curvas directa a las montañas.
A partir de ahí, llegamos a las
escaleras y empieza ¡¡ LA GRAN DIVERSIÓN !!
Las primeras escaleras que son
más de acceso a la muralla que otra cosa, parecen hasta fáciles. Yo que llevo
los bastones en la mochila, decido que ni los voy a sacar (más chula que un
ocho que es una, sobre todo cuando todavía no ha vislumbrado el percal).
Entramos a través de la primera
torre y ya estamos de pleno en la muralla. Las mariposas que siento en el
estómago al mirar el recorrido y ver que aquello asciende cual escalera al
infinito, no son de enamoramiento, son de cagalera, pero respiro hondo, me
centro únicamente en maravillarme con el paisaje que tengo frente a mí y
empiezo con la primera subida.
Uys, qué subiditas se vislumbran por allá, no?... |
Los que corren trails de
montaña entenderán la sensación esa de estar subiendo y subiendo esperando a
llegar a la cima y al conseguirlo, ponerse ojiplático total al ver que lo
siguiente, es otra megasubida…y así, sin parar de llegar a cimas y vuelta a
subir, tropecientas veces.
Pues tal cual.
Y las bajadas qué? si no son fáciles ni de mirar! |
Nando y Mer, trepando un rato |
Ahí viene el grupo de la "jovenalla" (Julia, Victor y Marc) |
Altísimas, altas, bajitas, amplias,
estrechas (teniendo que poner el pie de lado por no caberte dentro), pequeñas,
grandes, rotas, semi-rotas, restauradas, con agujeros, de madera.
Sólo tenían algo en común y es que
eran empinadas como la madre que las parió…
Os aseguro que uno no puede imaginar
su verticalidad, ni en foto, ni en vídeo, ni en nada que no sea la
realidad!!...
Uno de mis pensamientos más
recurrentes durante el montón de horas que subí y bajé por ella, era…¿cómo
cojones pudieron construir esta barbaridad así de vertical???
Cómo suben de felices y contentas! |
Marc e Isma subiendo escaleritas |
El pensamiento me dura cero
coma. Lo que parecía increíble, se hace realidad.
¡¡¡Todavía es más vertical la
bajada que la subida!!!.
Veo gente bajando de lado para
no caer rodando, otros cogidos a las paredes laterales, algunos incluso yendo
al revés para no ver el desnivel porque les da vértigo. Alucinante a la par que
acojonante!
Empiezo a bajar con pasitos de
hormiga (pero literal) para no irme de morros ni salirme por la tangente
directa a las montañas, porque esa era la sensación que te daba si intentabas
correr.
Vamos, que daba miedito.
Voy por el km 6 o así, cuando a
lo lejos veo a Pablo (a lo lejos pero hacia abajo, que lo veía allá como si lo
hubiesen lanzado en vertical desde donde yo me encontraba). Él participa, como
el resto de mis amigos, en la de 10kms, así que en ese momento me viene desde
lo más profundo, una ráfaga de envidia de la mala (lo de la envidia sana es un
cuento chino en China y en todos los lados), al pensar que le quedan poco más
de 3kms y yo no he hecho más que empezar.
Un pie delante de otro, agarraditos al pasamanos |
Le alcanzo cuando ya hemos
llegado a tierra firme, los dos con una alegría tamaño escalón, al vernos.
Escalón chino.
Vamos charlando y pasando
avituallamientos, disfrutando, corriendo tranquilos, riéndonos.
En mi reloj ya marca que hemos
pasado el km10 (llevo el reloj de su padre), en el de él pone que llevamos 8.5,
así que como no tenemos claro si hemos de hacer promedio, el ponderado o el
subtotal seno coseno con esos números, seguimos corriendo para adelante sin
prisa pero sin pausa.
Llegamos al único pueblo por el
que vamos a cruzar, al que no sé si llamar pueblo siquiera porque él entero es
una construcción. Está lleno de casas prácticamente acabadas, otras a medio
hacer, grúas, contenedores de obra, hombres trabajando en altura con gorras
como única protección y lo curiosísimo, parques para niños terminados del todo,
pero sin un solo niño.
Aprovechamos para reírnos un
rato en uno de los parques, subiendo encima de unos osos panda hechos de obra.
Voy diciéndole a Pablo que me
meo, pero que me meo que no puedo aguantar más… y claro, precisamente en ese
momento, no hay lugar posible en el que parar.
Pienso que si pronto llega la
meta del km10, pararé a despedir a Pablo y mearé por allí en algún recoveco.
Me aguanto otro poco más.
12.5 kms marca ya mi reloj.
Empiezan a pasar de vuelta los
que están corriendo la media maratón y vemos a algunos españoles que hemos
conocido en la línea de salida.
Les pregunto si saben dónde está
la meta de los 10. Un poco más adelante creen. Creen, pero no saben…como
tampoco lo supieron los otros tantos a los que pregunté (chinos, ingleses y
americanos).
Ya no puedo más. O paro o me meo
encima.
Le digo a Pablo que tire y que
ya le alcanzo y allí mismo en la carretera, entre un coche y una pared de metal
de esas de obra, me agacho y disfruto del momento orgásmico del que mea cuando
ya tiene la vejiga a punto de estallar.
A toda pastilla me levanto para
subirme la ropa (porque si pasaban corredores, me veían de pleno) y de repente
me giro, con las bragas a medio subir, al notar una presencia en mi cogote. Y
ahí estaba, todo relajao de la vida, a dos pasos de mí, un chino deleitándose
con el paisaje. Mi cara un mapa. La suya un “mira qué apañá esta chica,
que ha hecho de mi rueda un váter”. Ni se inmutó vamos (yo creo que
algunos chinos tienen la parte derecha del cerebro, la emocional, algo
atrofiadilla). Salí pitando a alcanzar a Pablo, intentando no volver a
acordarme de la cara del chino (cosa nada fácil cuando todos te parecen gemelos
de nacimiento).
Le digo a Pablo que eso ya no es
normal, que debemos habernos pasado su meta de largo.
Saliendo del pueblo, vemos a un hombre, dedicándose a subir y bajar una valla, rodeado de señales y banderas y vamos hacia allí ilusionados creyendo que aquello lo es. Meeccc error…ni el tate y todo en las señales escrito en chino. El hombre, ni nos miró al pasar.
Saliendo del pueblo, vemos a un hombre, dedicándose a subir y bajar una valla, rodeado de señales y banderas y vamos hacia allí ilusionados creyendo que aquello lo es. Meeccc error…ni el tate y todo en las señales escrito en chino. El hombre, ni nos miró al pasar.
Más adelante, vuelvo a preguntar
a un inglés y me dice… “la meta de la 10k la habéis dejado atrás seguro, que
éste ya es el km 14.5 en mi reloj”!!!!
Por fin nos autoconvencemos de
que debemos habernos equivocado, nos damos dos besos de despedida y Pablo arrea
en sentido contrario cual guepardo (y ahora cuento el final de su periplo,
16kms se cascó en lugar de 10 y nunca tuvo claro dónde era la meta de la 10k! :-)))). Pienso que él podría haber ganado o sido de los primeros de la 10k en
caso de haber sabido dónde debía parar, pero como no lo sabíamos, fue el
campeón y corredor único de ¡¡¡la 16k!!!
Señalizado, lo que se dice
señalizado…mucho no estaba. Pasaba como en la carrera en India, que los de los
avituallamientos no sabían en qué km se encontraban (si es que sabían siquiera
lo que les preguntabas!).
Sigo sola. Voy disfrutando de ir
corriendo hacia arriba pero sin escaleras durante un rato. Alcanzo el punto más
lejano al que hemos de llegar los del maratón y doy la vuelta. Allí veo a una
china subirse a un carromato de esos que llevan muchos chinos. Yo que soy una
bienpensada, imagino que no se encuentra bien y que le ha pedido a ese señor
que la lleve de vuelta al pueblo.
Kms más abajo, la veo de nuevo
en carrera y la adelanto. No doy crédito. ¡Hay chinos tramposos!
Como la parte de la muralla por
la que corremos la pasamos 4 veces, al final nos vamos encontrando todos los
corredores en algún punto del recorrido. O subiendo o bajando o arrastrándonos
o a 4 patas, pero nos vemos y nos vamos hablando y animando unos a otros.
Excepto la china.
Se debía haber quedado con mi
cara o algo porque cada vez que nos encontrábamos, ni me miraba. A mí me hacía gracia
porque me daba absolutamente igual. Ella era la única que iba a cargar con su
conciencia, yo no.
Tras pasar el avituallamiento
(km 19 o así en mi reloj), veo a lo lejos un grupo de gente viniendo de cara.
La miopía me pone las cosas difíciles y hasta que no les tengo cerca y les oigo
chillar como locos, no me doy cuenta de que son la mitad de la tropa española
(mi sister, mi sobri, Marc, Víctor, Ana, Pablo e Isma). ¡Qué alegrón verles tan
bien, tan
pronto y recibir tantos cariños y abrazos!
Pregunto por el resto y me dicen
que deben venir más atrás, que siguen en carrera.
El grupo A, cuando descubren la letra C |
Esa recta, un par de kms antes de
volver a la muralla, la voy a recordar siempre como si fuera el paseo de la
fama. Ayssss…¡¡¡qué grande es tener amigos animándote en el camino!!!
Al poco tiempo me encuentro con
Félix, que ha compartido carrera con una chica americana (Raquel) que sabe
español y al llegar hasta ellos chilla como una loca (yo sin saber quién era,
no entendía nada).
Félix decide acompañarme el
tramo antes de llegar a la muralla. Vamos juntos charlando y contándonos la
experiencia. Me dice que no sabe si el resto ha abandonado al llegar a la cima
o qué, pero que no los ha vuelto a ver.
Nos despedimos justo en la media
maratón, delante ya de la monstruosa subida a la muralla y tal cual desaparece
Félix corriendo, veo llegar al resto (Marijose, Nando, Amparo, Elena, Raquel y
Nieves).
![]() |
Felicidad enorme dando vueltas, al encontrarme con ellos |
El equibo B, que ha encontrado la misma letra! |
Me despido de ellos sintiéndome
tan querida, tan dichosa por tener amigos tan especiales, tan sumamente llena
de amor, que empiezo a subir la muralla emocionada total.
Oigo y veo a Marijose allá abajo chillándome sin parar “vamos máquina”, “tira parriba campeona”, “venga sube ese culo”…hasta que van convirtiéndose en hormiguitas para mi vista y ya me toca afrontar la realidad. 21 kms de muralla, de sufrimiento total, sin volver a verles hasta meta.
Allá voy, tras despedirme de ellos |
Dicho con cifras pequeñas y
rápido, suena a poco y todo, pero prometo que ahora mismo al escribirlo y
recordar momentos en plan flash de esos tramos, se me ponen hasta los pelos de
punta.
Creo que en esos 21kms que me
quedaban por delante, repetí “esto es una puta locura” unas 210 veces, 1 vez
por cada 100m. Igual me quedo hasta corta porque llegó a ser casi un mantra,
que mucho no me ayudaba para subir o bajar aquellas paredes, pero en mi mente
en esos momentos no había cabida para otro tipo de pensamiento.
Los primeros 7kms aún los llevo
con bastante ánimo. Como llegábamos a meta en el km28, pues era un poco como
sentir que volvías a empezar pero con la mente del que ya “sólo” tiene 14kms
por delante.
La mente del que ya “sólo” tiene
14kms por delante, debía tenerla Rita la cantaora, porque creyendo que ese iba
a ser mi impulso para volver a subir y bajar, no apareció en ningún momento. Ni
gasolina, ni motor trucao, ni geles, ni sales, ni barritas, ni agua, ni hostias
(que diría mi padre).
Aquello empieza a convertirse en
una penitencia pura y dura. Corredores tirándose al suelo cada dos por tres
para que algún otro corredor tenga la amabilidad de empezar a estirarles por
los pies y ayudarles a revertir los calambres. ¡¡Cuánta gente con
calambres!!...¡¡qué agobio daba verles!!...era inevitable pensar que el
siguiente podías ser tú, porque a esas alturas de la carrera, sentía mis
músculos tan duros que fijo hubiesen sido capaces de partir media docena de cocos!
Le doy un par de geles a uno de
los que encuentro tirado por el suelo con calambres, ayudo a un corredor a
estirar por el talón a otro.
Mientras tanto, yo por mi parte,
noto como uno de mis gemelos está haciendo un pulso a vida o muerte contra el
tendón de Aquiles. Acojonada es poco.
Hago la siguiente vuelta de 7kms
llegando al punto C, km 35. En ese avituallamiento está Zhu, el director
de carrera, que me anima mogollón y me dice que soy una gran organizadora y que
mis amigos son gente genial. Se lo agradezco con un abrazo y salgo con fuerza a
por la última vuelta de 7kms por la muralla.
Estoy meándome de nuevo lo que
no está escrito. La vez anterior que pasé por el avituallamiento C, vi que
habían habilitado unos váteres dentro de unos cubículos prefabricados. Entro y
ya el olor me tira para atrás. No puede haber más suciedad por todas partes
(antes incluso de entrar al servicio). Cuando abro la puerta del váter de
mujeres y veo el cuadro abstracto que hay allí pintado, casi me da un soponcio.
Típico agujero en el suelo de muchos váteres chinos, pero sin váter,
directamente agujero rebosante de todo. Meo de pie con la nariz tapada, pero
incluso sin oler, no puedo soportar ni lo que veo y salgo para fuera
vomitando!!...¡madre mía!...¡lo que me faltaba para el duro!!...sin cenar, sin
dormir y ahora sin lo poco que me podía quedar en el cuerpo!
Me pongo a comer unas gominolas
que llevo para momentos extremos y voy aplacando un poco la agonía.
Veo que se me ha acabado la
batería del reloj, pero como sé por el kilómetro que voy y lo que me queda para
meta, ya no me preocupa.
Ahora ya, es dejarse llevar por
el subconsciente sin dejar asomar ni medio ojo al consciente.
Los 7 últimos kms.
No
hay dolor, bueno sí lo hay, pero me digo lo contrario para ver si cuela.
Veo a 3
obreros sentados en la pared lateral de la muralla, mirando cómo vamos pasando
los corredores, riendo y diciéndose cosas en chino entre ellos.
Tal
cual paso por delante, uno de ellos se levanta y empieza a subir tras de mí.
Huele a vino (o a saber qué, pero a alcohol). Poco después le siguen los otros dos
y entre los 3 empiezan a adelantarme, a sentarse a descansar jadeantes y a
volver a adelantarme. Así sin parar durante un tramo.
Me
están poniendo nerviosa ya, por lo que decido que voy a poner el modo
“superwoman” en on y a dejarles atrás.
Lo
consigo, y aunque estoy a un paso de sacar el bofe por la boca, me vengo arriba
de verme capaz cuando yo entera era una incapacidad.
No
hay dolor, vuelvo a repetirme, pero en ese momento, no hay dolor ni aire
suficiente para respirar!!
Yendo
todavía por la parte de subida vertical y muerta matá tras el megaesfuerzo
hecho unos metros atrás, oigo que sube alguien corriendo y respirando súper
acelerado. Me giro porque me alucina que alguien pueda estar subiendo así a
estas alturas y aún me sorprendo más al ver que es un chino, cargado con muchas
cosas en las manos, con cara de pocos amigos y sin dorsal. No sé quién es ni a
dónde va con tantas prisas, pero autobuses por allí, ya os digo yo no circulan...
Dos
cuestas más arriba le vuelvo a ver agachado en el suelo, socorriendo a un
corredor al que por lo visto le ha dado algo grave. Hay más chinos alrededor,
todos voluntarios de la organización. Él es el médico. Han tapado al chaval con
una manta térmica y están intentando hacerle beber algo. Veo que saca una
camilla plegable (una de las cosas que llevaba en las manos cuando me pasó) y
en ese momento no cabe en mi mente, ni tengo raciocinio suficiente para
imaginar cómo cojones van a poder subir aquellas cuestas y después bajar hasta
meta cargando con él. Este tío, más que un médico, es un súper héroe!
Pensando
en ese corredor y en qué puede haberle pasado, llego a la última cima.
Si
pudiera, me dejaría caer y rodaría seguro hasta meta. De hecho poco después, a
una chica de la organización, se le escapa un botellín de agua que empieza a
rodar hacia abajo y desaparece de nuestra vista en milésimas de segundo.
A
partir de ese momento, todos los chinos voluntarios con los que me voy
encontrando, me gritan dos palabras que no sé ni cuales son, pero que supongo
que debe ser algo similar a una felicitación. Yo sonrío y les agradezco con mi
“Xiè Xiè” (gracias), que es lo único que he aprendido a decir, haciéndome
entender.
A
falta de 2kms, empieza el cielo a nublarse a la velocidad de la luz y noto que
empiezan a caer algunas gotas. ¡No me jodas, que ahora va a ponerse a llover
también?!!...
En
esta carrera creo haber pasado absolutamente por todas las estaciones del año,
frío invernal al empezar, fresquito primaveral al mediodía, caloret faller del
bueno a principio de la tarde y para rematar, acabando con una lluvia otoñal a
la que casi le di las gracias por haber aparecido así de tarde (esas cuestas
con la piedra mojada, podía ser peor que un tobogán del aquapark).
Pasando
por la última torre de la muralla, sale a mi encuentro un niño de la
organización, en el que nos habíamos fijado desde por la mañana, cosa que me
hace sonreír y pensar en cuando les cuente la coincidencia a mis 15 amigos que
ya estarán esperándome en meta. Sorprendentemente habla algo de inglés (en
China sólo se habla chino; al que sabe algún otro idioma, aunque sea el de
señas, habría que ponerle una estatua).
Me
felicita y aplaude con un entusiasmo que me emociona (y más viéndole allí
mojándose bajo la lluvia sin agobiarse por nada) y de repente me dice:
“congratulations, you are great”…“how old are you”? (me deja flaseada, primero por oírle hablar tan buen inglés y segundo porque lo último que me esperaba es que me preguntara la edad). Le contesto que
tengo 46 años y su cara de sorpresa no cabe en toda la muralla...y así se
vuelve la mía cuando me suelta:
“you look very young”!!! (pareces
muy joven).
Pues
nada, yo ya podía dar por terminado el maratón ahí e irme contenta para casa.
Mi “Xiè xiè” se multiplicó por 5... y porque no llevaba megáfono, que si no le dejo sordo! ¡¡Qué bonico el último
niño animador de toda la carrera!!
Llego
por fin a la carretera de bajada a meta. Voy hiperventilando ya de pensar que
me queda nada, que estoy a punto de conseguir otro sueño y que van a
compartirlo conmigo 15 amigos al cruzar la meta. Son prácticamente las 4 de la
tarde, las 10 de la mañana en España. Aún me da la cabeza para calcular y para
pensar. Mi niña ya estará levantada. Me duelen mucho los cuádriceps. Afloja en
la bajada o petas. La lluvia me moja la cara y se mezcla con mis lágrimas.
No llores Syl, que te ahogas. Puff…qué felicidad!. Estoy en Pekín, joder,
¡estoy en Pekín! y he corrido por la muralla China!!. Soy muy afortunada. No
subo una puta escalera más en mi puñetera vida. Me entran unas ganas terribles
de parar y ponerme a caminar, no puedo más y a la vez lo puedo todo.
Vamos
ahí Syl!!, me digo…¡¡No pares ahora!!, venga Syl, que has conseguido de nuevo que tus sueños fuesen más grandes que tus miedos!
Veo el arco de meta a lo lejos y oigo chillar “es Syyyyyyyl!!”, “Syl
ya viene ahiiiiiií!!!”, “vamos Syl, campeonaaaaaaaa!”...
Sólo
al intuir que es mi hermana a la que veo zarandear los brazos como loca, el
nudo en el estómago se me desata y corro y lloro a la par, deseando llegar y
poder abrazarla. Mi máxima animadora, mi incondicional acompañante a mil
carreras por el mundo, mi sister, la mejor hermana del mundo, desde siempre y
por siempre, está ahí…
Me
ponen la cinta de color rojo antes de cruzar la meta… y por fin, la cruzo y nos
abrazamos… “ay mi chica”, la oigo decirme mientras lloro como una
niña pequeña.
Felicidad
absoluta.
Me cantan al unísono, veo a mi sobrina venir hacia mí con lágrimas en
los ojos, mi niña grande que la quiero con el alma, cuánto vivido ya con ella...
Me
rodean entre todos, chillando con alegría infinita, saltando juntos en un abrazo
compartido, hasta que les digo sintiendo al máximo el temblor
que tengo en las piernas…¡pa saltar estoy yo ahora, josdeputa!
Y así,
riéndonos, terminó la carrera, tal cual empezó. Porque reír y divertirnos en
cada momento ha sido nuestra máxima durante toda la semana pasada juntos en
China.
Gracias
amigos por acompañarme en este viaje con tanta o más ilusión incluso que yo
misma. Gracias a los 15 por formar parte de este sueño para siempre. Gracias
Mer, Julia, Marc, Elena, Pilar, Amparo, Nando, Pablo, Nieves, Raquel, Marijose,
Félix, Isma, Víctor y Ana, por quererme, cuidarme y mimarme antes y después de
la carrera. Escribir todas las atenciones y detalles que tuvieron conmigo,
daría para más de una crónica, así que para no alargar más el ladrillo, os digo
simplemente que os quiero mucho a los 15. De corazón.
Gracias
a todos los que desde el otro lado del mundo me estuvieron animando y apoyando,
a mi family (especialmente, mi chica, mi chico y mi mami), a mis meninos, a mis
mamirunners, a mis ukeleles, a mis compis, a mis macrogirls, a mis amigos
valencianos y a mi familia gallega.
Mi medalla, conseguida en el año del perro |
Pd1: si alguna vez decidís ir a correr el maratón de la muralla China, no vayáis a la carrera famosa organizada por una empresa holandesa que sale en primera plana cuando te metes en un buscador, id a la organizada por los chinos. Vale que en la holandesa hay 3 veces menos escaleras que en la china y eso pica, pero es muy interesante poder vivirlo a su manera para poder entender su cultura y su forma de organizarse.
Pd2: Hay un refrán que dice..."allá donde fueres, haz lo que vieres". Es bonito viajar y aprender de todo lo que es distinto y nos parece anormal. Hay que saber abrir la mente y disfrutar de lo que te aportan otras culturas. Cuanto más cerrada es nuestra mente, más pequeño se hace el mundo.
Pd3: No tengo fotos mías en carrera, porque la organización todavía se está organizando. En breve, pondré mi vídeo grabado con la gopro.
Pd3: No tengo fotos mías en carrera, porque la organización todavía se está organizando. En breve, pondré mi vídeo grabado con la gopro.
Pd4: Si has llegado hasta aquí, date un abrazo de mi parte, que te lo has ganado!!