martes, 27 de mayo de 2014

Trail Font de la Figuera 2014

Raquel, Pepe y yo, preparados y listos...(más o menos)

Raquel, se quedó con ganas de hacer la carrera larga


Tras un sábado de celebración espectacular con todos mis amigos (cumpleaños gitano de mi Lunita con comida, merienda y cena), me fui a dormir con las mismas ganas de madrugar para ir a correr, que de que me dieran con un bate de béisbol en la cabeza. Tuve una lucha interna con mi mente que ni os cuento, pero finalmente la responsabilidad y esas cortas 8 semanas que me quedan para el ultra de Namibia, vencieron. Tenía que ir, si o si.

Soñé con mi amigo Michel (que falleció hace 2 años ya) y me desperté con una sensación de tristeza y vacío interior, que viéndoles la parte positiva, me sirvieron para no pensar ni en cómo era la carrera, ni en los kms, ni en el tiempo que haría.
Teóricamente iba a llover, así que hasta chubasquero me había preparado en la bolsa la noche anterior.

Salí temprano, tipo autómata, cogí el coche y cuando ya iba por la autovía, me di cuenta de que no sabía si conocía el camino. Miré de reojo mi móvil nuevo y todo sonriente y lleno de luces de colores me dijo que si llevaba gps, ni él mismo sabía dónde estaba. Un pensamiento ráfaga me apareció de repente: “como después de tanto rollo, no sepas llegar a la carrera, te autodoy una paliza que te vas a enterar”…

Pero llegué. Somnolienta total fui a por mi dorsal y unos calcetines de Lurbel muy chulos que nos regalaban. Mi amigo Rubén que estaba ayudando a la organización fue quien me los dio. Una alegría verte chaval.

De camino al coche para dejar el chubasquero (el cielo tenía la misma pinta de lluvia que yo de ganar la carrera), me encontré con mis amigos Pepe y Raquel (mi profe de estiramientos y  meditación, con su chica). Ya se animaba la mañana y esa penita que me acompañaba se iba disipando.

Ellos iban a hacer la sprint trail (de 10kms), pero como salíamos a la vez, nos pusimos juntos en la cola del pelotón.

 1, 2, 3 pollito inglés y a correr. En menos de 2kms ya estábamos en la montaña y con la primera cuesta (cuestón), llegó el embotellamiento. Aprovechamos para charlar y reír e incluso disfrutar del paisaje, que después con tanta piedra suelta en el camino ya sería tarea imposible.

Vamos juntos hasta el 1er avituallamiento, a partir del cual me planteo ponerme un poco las pilas y espabilar, que a mi aún me queda mucha carrera.

Voy un tramo largo con 3 hombres, con los que divago del calorazo que pega, de la sequía y hasta del color de los almendros. Con ellos llego a la 2ª subida.

Si la 1ª fue impresionante, no tengo palabras para describir la 2ª. Tú sabes aquello de que miras para arriba y no ves un final?...pues eso…
A medida que subes, más inclinación…y más y más…hasta tener que llegar a poner las manos en la tierra para no resbalar hacia abajo…vamos, lo que se viene denominando subir a cuatro patas.

Casi en el final, alcanzo a una chica y empezamos juntas a acordarnos de todos los inscritos en el libro de familia de los organizadores de la carrera. “Esto tiene que ser una broma”…decía ella.
Pero no, no era broma, ni siquiera un chiste malo…era la llegada al punto más alto de la carrera…(aunque no el último, que tampoco era cuestión de aburrirse el resto de kilómetros)…

María y yo nos presentamos, nos liamos a charlar y a conocernos y decidimos ir juntas hasta meta. A ella no le gusta correr sola y aunque a mí sí, también se agradece a veces ir acompañada. Se nos une Antonio (uno de los 3 con los que iba anteriormente) y formamos un trío tralarí bilingüe (valenciano-castellano, María es de Yecla) super animado, que da un nuevo color a la montaña.

Tenemos momentos para todo, bajonazo de María y tropezón con distensión en el tobillo incluido, mi necesidad meadera y cortazo con sangre en la mano que me hago con el dorsal y las gratas explicaciones de Antonio, que es de la zona y se conoce esas montañas como si fueran su casa.
La 3ª y gran subida se hace más digerible gracias a que él nos va indicando hasta las curvas y desniveles.

Llegamos al último avituallamiento, kilómetro 20.

Yo me bebo hasta el agua de los patos (virgen qué calor!!), María rellena su botella y nos mutuoinsuflamos energía para los 4kms restantes que por fin, son todos de bajada. Esto está hecho!

Y así, entre pitos y flautas, buen rollo y motivación continua, llegamos los 3 juntos a meta. Nos damos las manos. Nos abrazamos fuerte. Nos damos las gracias. 4h14 de amistad y esfuerzo. 

La vida te lleva por miles de caminos y en todos ellos te encuentras con muchas personas. Unos dejan de estar y te dejan huella (como Michel), otros, te acompañan un tramo y se apean (como María y Antonio)…pero todos, absolutamente todos, ya forman parte de tu estela.

 Pd: no conocía la Font de la Figuera y me encantó, tanto el pueblo en sí, como su gran carrera. Fantástica organización, muy buen ambiente y magníficas vistas desde los balcones del cielo.
Volveré.