jueves, 31 de julio de 2014

Namib Desert Challenge 2014. 220kms/5 días



“Ningún soñador es demasiado pequeño, ningún sueño es demasiado grande”.
El antes:
Un par de semanas antes de comenzar la aventura, tras las tiradas largas notaba una pequeña molestia de nuevo en el pie. Miedo me daba ir al fisio porque temía que me dijese algo que no quisiese oír, pero finalmente, 1 día antes de viajar, fui.

Diagnóstico: pequeña inflamación de la fascia plantar de nuevo. Me puso la EPI y me aconsejó intentar no superar las 150 ppm en carrera para que la fascia se oxigenase y pudiese aguantar los 5 días de tute sin romperme. Y así lo hice…o creo que lo hice…ya que mi pulsómetro no consiguió funcionar allí en ningún momento. No sé si por estar desubicado o de vuelta y media en otro hemisferio, pero no hubo manera…

Por tanto las pulsaciones fueron a su aire…como yo, vamos.
La llegada:

Tras 3 vuelos y un total de 20 horas viajando por el cielo, llegamos a Windhoek.
Emocionadas y felices, nos subimos a un taxi que compartimos con un paquistaní que vive allí.  Con él vamos hablando todo el camino desde el aeropuerto al hotel Thule (donde la organización nos recoge al día siguiente), conociendo los pormenores y pormayores de la ciudad y sus habitantes.


El hotel nos deja gratamente sorprendidas, pues está en la parte alta y las vistas son preciosas. Y la habitación, más todavía…que tras tantas horas de avión, nos resulta algo así como un paraíso terrenal en el que quedarte tipo bella durmiente para siempre (más por durmiente que por bella, claro).


Es pronto, así que decidimos ir a dar una vuelta por el centro.

Al par de kilómetros andando, una mujer negra típica africana, con su traje de color rosa fosfo, vendedora ambulante, nos llama y nos dice que mejor cojamos un taxi para ir donde queramos, ya que dos mujeres y extranjeras, como que muy seguras no van por la calle.
Ella nos consigue uno y nos sorprende ver que no vamos en la dirección que toca, pero es que antes de ir donde nosotras hemos pedido (en realidad, la mujer vendedora fue la que le indicó al taxista donde llevarnos), hay que dejar en su destino a otra chica que también va en el taxi.

La vuelta por el centro es rápida, ya que aquello parece  un conjunto de calles de cartón piedra (es difícil de explicar…pero como un parque de atracciones, de mentirijilla vamos) y todos con los que nos cruzamos, nos miran en plan… “¿qué hacen estas dos pedorras rondando por aquí?”…
 
Conseguir un taxi para volver no nos resulta nada fácil.  Si el lugar al que quieres ir no existe en el GPS mental del taxista, te dice que “adiós muy buenas, váyase usted andando…”.
Finalmente, nos permiten subir a uno, al decirle el nombre de una calle principal cercana al Hotel Thule y saber de cual se trataba.
 
Cenamos muy bien. Vemos por allí a algunos que nos parecen corredores, pero como mucho no les llamamos la atención (tengo la misma pinta de corredora que de jugadora de basket), pronto nos vamos a nuestra habitación a soñar con la rana y el príncipe.

11 horas seguidas dormimos las 2!!...No recordaba haber dormido tanto en mi vida!...Bien me vino para lo que estaba por venir…
Encuentro y viaje pre-calentamiento:

Tras desayunar y recoger todo el equipaje, nos bajamos a la terraza al sol, donde ya hay unos cuantos corredores de charla esperando el bus que nos llevará al desierto (teóricamente en unas 4 o 5 horas).
 
Solo verles ya me pone los nervios a mil…¿sabes aquello de que todos te parecen super atléticos y fuertes y tú te sientes una mindundi que no sabe qué cojones pinta allí?...pues de ahí los nervios…

Empiezan las presentaciones. Gente de Holanda, de Alemania, de Londres, de Sud África…y nosotras…the spanish sisters, oyeah..
Tenemos tiempo de conversar largo y tendido con todos, ya que el autobús viene con retraso… (y lo que te rondaré morena)…

Por fin aparece, conducido por el que en adelante llamaré Buba (es que así le llamaba yo allí porque su nombre no se me quedaba ni grabándomelo a fuego; un nombre de esos en africaner impronunciable para mis neuronas traductoras).
Cargamos trastos y salimos hacia allá.

Tras no demasiados kilómetros, aquello ya se convierte en lo que más que carretera yo denominaría camino de cabras (o de Oryx, que es lo que más abunda por allí). Buba está acostumbrado al terreno y va a una velocidad que nos tiene a todos con el “ay mare” (nosotras) y el “oh my god” (el resto), en la boca.
Cuando llevábamos unas 3 horas de viaje y unos 1.357 golpes de pedruscos contra el bajo del bus, de repente revienta una rueda que obliga a Buba a pegar un frenazo que ríete tú de la fórmula 1. Yo creí que volcábamos, pero tuvimos suerte y nos quedamos ocupando toda la carretera a lo ancho y con los frenos bloqueados. Si llega a ser una autovía, el problema hubiese sido grave del copón…en cambio allí, en las 2 horas y pico que estuvimos parados, no pasaron más que 3 coches (que tuvieron a bien bordearnos a lo bruto).

Bajamos todos. Buba llamó por teléfono, habló en africaner, no entendimos ni papa, buscó una piedra grande y se sentó.
Y los minutos empezaron a pasar…y la primera hora…y la segunda…y a las 5.30 empezó a hacerse de noche y con la noche, un frío de cojones. Y allí estábamos todos, riéndonos, dudando de si llegaríamos siquiera al campamento, haciendo fotos y conociéndonos.

Por fin apareció por allí un mecánico. Surrealista total verle las pintas y las 3 herramientas contadas que trajo. Se metió debajo del bus y al cabo de un rato, arregló los frenos. Aplauso general y vuelta al sendero.
De ahí hasta que llegamos, tuvimos que parar unas 4 veces más, ya que el bus, directamente, no frenaba. Aún recuerdo las risas que tuvimos cuando Buba pidió un cuchillo y al preguntar alguien que para qué lo quería, David (de Londres) contestó… “to cut the brakes!…who needs brakes?”…


Del lodge al campamento:
La recogida de dorsales, presentación y control del equipo obligatorio en el lodge, lo tuvimos que hacer en 10minutos para tener tiempo a cenar y que nos llevaran al campamento.

Llegar a las tiendas de campaña, prepararnos las habitaciones 5 stars y cepillarnos los dientes para arrear a dormir, fue cuestión de milésimas. A las 6 iban a sonar los despertadores para desayunar, prepararse y dar el pistoletazo de salida a la Namib Desert Challenge…así que no era plan andarse trasnochando. 


Stage 1. 42 kms  Dedicado a mis padres, que me dieron la vida y gracias a ellos, estoy aquí.
Me levanté super tranquila. Algo que nunca hubiese imaginado.
La lesión de mi hermana en el gemelo unas semanas atrás, la tuvo dudando hasta el final, de si participar o no en el maratón del 1er día. Las dudas se clarificaron del todo cuando corriendo por el aeropuerto de Johannesburgo para no perder el siguiente avión, volvió a darle el tirón.

Se ve que el haberme planteado empezar despacio con ella (aunque sin ella) me tenía de un relajado, que mi mente estaba más tomando el sol en una playa que en marcha para correr un maratón en solitario. O eso…o que tenía tal desconocimiento de lo que estaba por venir, que lo había infravalorado.
Ese día el inicio era desde la puerta del Lodge (situado a un par de kms del campamento). Buba nos lleva en el bus. Nos hacemos fotos por allí con unos y con otros. Una todos juntos bajo el arco de salida…y en 5, 4, 3, 2, 1…here we go!!! Empieza la fiesta!!..

Salgo con Sylvie (casualidades de la vida pero había otra chica de Londres con mi mismo nombre). Al ratito se empieza a agobiar porque se nota presión en el pecho y dice que me vaya. Sigo sola. Algún kilómetro más adelante me alcanza Hans (“my netherlands boyfriend”, yo, su “spanish girlfriend”, que así nos empezamos a llamar el uno al otro unos días después). Nos reímos un rato y se va, que él era de los rápidos (de hecho terminó 5º de la general con 52 años que tiene el tío).
Llegamos a zona de montaña. Por el km 9 aparece Terry (director de carrera), en medio de la nada, para mostrar a cada corredor, una piedra enorme con pinturas rupestres espectacular.

A lo lejos voy viendo a Allison, a Tracey y a Hans que van corriendo juntos. Me viene bien porque como no hay mucha señalización, de vez en cuando me entra el acojone, así que verles, es un alivio. Por detrás a lo lejos veo a Louise, por lo que aun yendo sola, me siento acompañada.
Llego al CP1 (km 16.5) y allí están mi hermana, Coby (mujer de Hans, que también era supporter) y 2 de los chavales voluntarios que ayudan a la organización, chillando y animando como locos.


Ver a mi hermana es algo que no puedo describir con palabras. Abrazarla, emocionarme y recibir toda su ayuda (rellenándome la camel, poniéndome crema solar, preguntándome qué necesito, cómo estoy, haciéndome comer algo), tendría que considerarse casi doping.
Estoy contenta, me encuentro muy bien y he llegado en unas 2horas a ese CP, siendo que ya habíamos subido una montaña y corrido por bastante arena.

Sigo adelante y la arena empieza a abundar por el camino que rodea a las montañas. Cada vez hay más y con la mierda de polainas que llevo entra toda como Pedro por su casa. Corro con las zapas pesando un kilo cada una. Paro de vez en cuando a vaciarlas porque no puedo con el peso. Me cansa barbaridades. Veo a lo lejos el CP2 (km 25) y me animo…pero justo unos metros antes de llegar a él noto que me va a dar un calambre en la ingle derecha.
Joder!...pero y esto ahora por qué?...jamás me había dado un calambre en ninguna carrera y menos aún en la ingle!!...
Me alegro de parar un poco en el CP2 y así intentar tranquilizarme porque el agobio que me ha entrado es grande. Segundos antes de marcharme aparece el camión-safari en el que va mi hermana. Está super contenta de verme ya en el km25 y a mí me ayuda el poder desahogarme contándole lo que me pasa. Me anima con solo decirme que vaya despacito y andando si hace falta.
Me indican hacia donde he de ir y sigo. Corro, pero voy con miedo. Quedan muchos días y fastidiarme tan pronto no me permitiría terminar ni de coña.

Consigo llegar a la montaña, combinando correr y caminar. La empiezo a subir. Se cruza a la otra parte por una zona privada y protegida. Es muy diferente a todo. Nunca he visto unas montañas así, con ese color marrón tan marrón y esas formas tan redondeadas de unas piedras sobre otras. Al otro lado me espera una bajada técnica que da hasta un poco de yuyu por la pendiente que tiene…y encima…¡¡¡no veo ninguna señal de la carrera!!!...por lo que paso un tramo asustada pensando que me he perdido.
Cuando aparece por allí una flecha, vuelvo a respirar tranquila y al ver la llegada a zona de piedras más llana, empiezo a correr.

Vuelve el calambre a la ingle. Paro en seco. Faltan sobre 10kms o así y de sentir otra vez que si va a peor, no podré ni caminar siquiera…empiezo a llorar de la rabia que me da.
Me dura la tontería un par de minutos. Respiro y me hablo… “vamos a ver, cacho idiota, si no te duele andando, deja de correr y camina…mañana será otro día y seguro que te habrás recuperado”. Quiero escuchar música para no pensar en nada, pero he olvidado el ipod en la tienda de campaña, así que pongo la que llevo en el móvil, con el altavoz. Música discotequera de mucho cuidao. Aquello en medio del desierto suena como una paloma de la paz con un fusil, pero me viene bien para ponerme a caminar rápido y dejar de quejarme.

Veo el lodge a lo lejos, que es donde acaba…y  aprendo la primera lección del desierto:
las distancias parecen cortas pero son tremendamente largas.
“So close, so far”…la frase más repetida durante esos días fijo…

No llega nunca. Casi parece que ni te mueves del sitio en el que estás por muy rápido que vayas. Eso es lo que se llama literalmente la inmensidad.
Por fin veo a mi hermana que ha salido a mi encuentro. Flipa de oír la música que llevo puesta. La apago. Vamos juntas esos últimos metros hasta cruzar la meta. Nos abrazamos fuerte. Parece que así me saco el miedo de dentro al pensar en cómo estaré para la siguiente etapa. Me duele la fascitis, me duele la ingle y me duelen los pies.

Cruzo la 1ª meta, me arrodillo, cojo arena con las manos y suelto con todas las ganas del mundo “fucking sand!!”.
Los post-carrera:
El ritual de las tardes/noches tras cada día de carrera pasa por 5 momentos importantes:
1)      Visita a la piscina hiper fría que hay en el camping y metida de piernas hasta la cintura para ayudar a recuperarnos de los dolores varios.
2)      Ir a la estación de servicio que hay cercana, tomar una bebida refrescante y apetecible con otros corredores y aprovechar la media hora de wifi del día (si funciona).
3)      Ducha, casi siempre fría por llegar tarde. El primero en cruzar la línea de meta (Dirk) estoy segura de que debía quemarse!
4)      Cena en el campamento que trae la organización y que es para chuparse los dedos…menos mal!...porque alimentarse el resto del día de geles e isotónico llega a límites insospechablemente asquerosos…
5)      Risas y más risas con los compañeros post-sobremesa. Risas hasta hartar. Me he reído lo que no está escrito. Hasta los de la organización estaban encantados este año de tanta gente divertida que formaba el grupo. Amigos que me hubiese llevado a casa para no separarme de ellos nunca más.

 
Stage 2. 44 kms  Día dedicado a mi hermana, por ser mi guía y mi apoyo en la vida desde que nací.
Todos los nervios que no me acompañaban el 1er día, me aparecieron de golpe el 2º.
Sentía miedo. Mucho. Ir a lavarme el careto (vaya caretos tenía por las mañanas de no dormir!!) y notar dolor en la fascia, me hizo tener los nervios en alerta máxima. También me dolían 2 ampollas que me habían salido, aunque las curas de Mike (el médico) hicieron su efecto y eran bastante soportables…al menos antes de empezar a correr.


Sam, un chaval de Londres, me da unas cápsulas de electrolitos para que me vaya tomando cada hora y así no me den calambres de nuevo. No viviré bastante para agradecérselo, que me aprovisionó de ellas todos los días y los calambres no volvieron más.
Segunda cuenta atrás, bajo la larga e imponente duna Elim, desde donde empezaba y acababa la carrera.

Salimos hacia la zona montañosa. Voy corriendo como puedo. A unos 5kms el terreno pasa a ser más arenoso, por lo que correr se hace insufrible con las ampollas. Camino, quito arena. Sigo. Veo llegar tras de mi a Louise de Cape Town, gran mujer con una experiencia bestial en ultras por todo el mundo. El día anterior llegó a meta poco después de mí, por lo que me alegro mucho de verla y espero a que me alcance para poder ir juntas.
Empezamos a correr/caminar hasta el CP1 (km 14.7). Llegamos y allí está de nuevo mi hermana con Coby y los chavales, animándonos como descosidos. Nos abrazamos y eso me reconforta.

Allí me paro con todas las de la ley, pues está Mike, el médico, que me ayuda a ponerme nuevas tiritas en las ampollas. Louise sale delante de mí, ya que yo tengo para un rato. Tras terminar de arreglar los estropicios salgo con la intención de alcanzar a Louise, porque mi mente está en plan miedica y negativa y sé que ir con alguien me ayudará a pensar menos.
Antes de llegar al CP2 (km 23) ya vamos juntas de nuevo. El calor está siendo agobiante y nos estamos acercando a las dunas, donde el viento es igual a 0 y la sequedad es brutal.
A partir de ese avituallamiento ya todo es duna y más duna. Decidimos quitarnos las zapas e intentar subir sin ellas, pero aún nos resulta más difícil el no tener un apoyo duro como es el de la suela de una zapatilla. Nos alcanzan Sylvie, la pareja de Sud África, Alet y Johannes y también Terence.
Yo voy sufriendo lo indecible con los pies y no puedo casi ni caminar. Necesito parar cada dos por tres a vaciar mis zapas de arena porque se me mete debajo de los dedos, eso hace que éstos me rocen con la tela de la zapatilla y vea la vía láctea al completo.

Aún llegamos juntos al CP3 (km 33), donde de nuevo está mi hermana para animarme. Lloro al abrazarla porque lo estoy pasando mal y verla es como tener a una madre al lado y poder desahogarte y patalear junto a ella.
Le digo a Louise que siga, que yo ya llegaré como pueda. Me quedo sola. Pienso en mi hermana y en todo su apoyo y me pongo a llorar a moco tendido. Pienso en mi madre y en cuánto desearía que estuviera y me mimara. Pienso en mi niña Luna y en cuanto la echo de menos.
El calor es horrible y parece que todo se ralentice por su culpa. Decido cambiar el chip. Así no llego a ninguna parte.  Saco el ipod de la mochila. Me pongo los auriculares, el volumen a tope y empiezo a cantar, a grito pelao.
Empiezo a notar el cambio de ánimo. La música tiene magia. Así voy unos cuantos kilómetros hasta que de repente me aparece Jens (de Suecia) al lado cantando “un animal de corral” (del columpio asesino), imitando lo que me oye cantar en español y me pega un susto de tres pares de cojones. Nos reímos y nos proponemos hacer el resto juntos hasta meta.

Jens es un gran corredor, pero tiene una tendinitis en el Aquiles, además de los pies plagados de ampollas…así que al igual que yo, hace lo que puede.
Nos liamos a charlar y eso nos facilita mucho el camino. La llegada al final de la Duna Elim es interminable. Cuando crees que ya has llegado a la curva que te lleva a meta, vuelve a haber camino que sigue y sigue. Llega un momento en que incluso empezamos a dudar de si se habrán vuelto al campamento ya y no habrá nadie allí.

De repente, allá arriba en la cima más alta de la duna, vemos a lo lejos a alguien dando vueltas con su camiseta para llamar nuestra atención. “I am sure it’s your sister”…me dice Jens…
Yo centro más la vista, que de lejos veo menos que un gato escayola y veo que efectivamente, quien está en sujetador y ondeando la camiseta como loca, es mi hermana.

Hago esfuerzos inhumanos para no ponerme a llorar estando con Jens. Qué emoción verla allí y saber que estamos terminando!
Llegamos a meta, nos abrazamos fuerte los dos y decimos tipo Dora la exploradora…

“we did it”!!!


Stage 3. 45 kms Día dedicado a mi sobri Julia, por todo el amor que me inspira.
Tengo los pies llenos de ampollas. En un dedo llego a tener hasta 4 juntas. La fascitis sigue dando que hablar.
Tomo la loca decisión de utilizar calcetines five fingers y ponerme las zapas nuevas que había llevado para el viaje. Ambas cosas jamás usadas anteriormente para correr. No sé si me arrepentiré durante todos esos kilómetros o no, pero en vistas del éxito con mis calcetines y zapas habituales, no me queda otra que probar.

Nos llevan en el bus a una granja desde donde vamos a salir. No estoy nada nerviosa. De hecho estoy que me duermo de pie y no entiendo el motivo. Algunos de los corredores incluso se sorprenden de verme bostezar sin parar. Tengo un sueño insoportable.
(Razón: por la noche encuentro en la tienda de campaña las pastillas para el dolor que me había dado el médico y veo que por error, las que me había tomado por la mañana antes de irme a correr, eran pastillas para dormir!!).


Cuenta atrás y salimos. Louise y yo vamos juntas desde el principio. Al ratito se nos unen Sylvie y Sam (otro gran corredor que al 2º día una de sus rodillas le dijo basta y le obligó a bajar el ritmo; mi proveedor de electrolitos).

Vamos los 4 disfrutando mucho. A mí, increíblemente, no me duele nada (igual fueron las pastis de dormir!) y me lo voy pasando en grande. Sam y yo vamos un poco más adelante, contándonos la vida, pero sin despistarnos del camino. La señalización este día es prácticamente nula, por lo que hay que ir mirando el mapa e intentando adivinar por donde seguir en todo momento. Tras unos 8kms y cambiar el rumbo hacia las montañas, llegamos a un valle en el que no tenemos ni idea de por dónde tirar. Sam y yo miramos el mapa y poniéndonos en posición, conseguimos ver a lo lejos, en la cima de otra montaña, las banderas de la NDC. Nos chocamos las manos, estamos eufóricos, así que hacia allá nos vamos pitando. Más contentos aún nos pone el ver que en la cima a la que estamos subiendo, está mi hermana esperándonos!!...No se puede ser más bonica!!...
Bajamos la ladera corriendo hasta el CP1 (km 15). Saludamos allí a todos los voluntarios, rellenamos camels y arreando.
 
A partir de ahí viene un larguísimo camino por el que nos indican que hemos de ir unos cuantos muuuuuchos kms.
Seguimos Sam, Louise, Sylvie y yo juntos. Vuelve a hacer un calor insoportable. Vamos disfrutando del camino, riéndonos, charlando y contando batallitas miles.

No sé por qué kilómetro nos encontramos con Terry y Shannon (director de carrera y fotógrafo). Yo llevo desde el día 1, obsesionada con beber coca-cola y no hay manera. Desde el 2º día el isotónico empieza a darme asco y ganas de vomitar, por lo que decido pasar de geles y de historias y beber agua, comer frutos secos, llevar bocata para el camino y las cápsulas de electrolitos.
Cuando les vemos a ellos, les digo que pagaría lo que fuese por que nos dieran coca-cola en los avituallamientos. De repente Shannon me dice que lleva una en el coche y que me la va a dar.

¡¡¡No me lo puedo creer!!!...milagro!!!...le abrazo, le beso y le digo “I love you so much…You are THE MAN”!!!...y entre Louise y yo nos bebemos la coca-cola como si se acabara el mundo.
Momentazo sin duda, os lo puedo asegurar. Un oasis en medio de un desierto!!

Seguimos y al cabo de un rato Sylvie empieza a encontrarse mal. Mareada y con ganas de vomitar. No nos extraña que sea del calor. Es agobiante a esas alturas del mediodía, ella es de Londres y allí pocas veces alcanzan esas temperaturas.
Poco después, Sam decide probar su rodilla y correr. Parece que va mejor, así que se nos va.

Sylvie se queda en el siguiente avituallamiento (CP2, km 29), con mi hermana y Coby, a recuperarse un poco del bajón.
Nos quedamos Louise y yo, que vamos disfrutando mucho del día a pesar de todos los males.



Arena, piedras, caminos sin señalizar (qué suerte tuve con Louise…qué bien sabía leer mapas!) y así hasta que llegamos junto a Terence, al CP3 (km39).
Allí están Mike y los chavales, que nos animan y nos motivan al decirnos que nos quedan 4.6kms!!...uffffffffffff…por fin!!!...teóricamente el día tenía que ser de 42 y cuando ves que van a ser más, pues como que cada metro se convierte en una montaña tamaño 8.000.
 
Últimos kms, corriendo/caminando a toda pastilla, hasta que por fin oímos el silbato de mi hermana a lo lejos sonando cual música celestial.
Llegamos, nos cogemos los 3 de la mano y cruzamos meta. Feliz, muy feliz. Sin dolor alguno. Me abrazo a Jenny (co-directora) y me dice al oído… “lo estás haciendo super bien”

Stage 4. 56 kms Día dedicado a mis amores, Juan y Luna, que me miman y aportan siempre tanta luz

Me levanto bastante nerviosa. Impone saber que vamos a hacer tantos kilómetros, que tenemos que subir la Duna 45 (la más antigua del mundo) y que además vamos a ir sin mucha señalización. Aun así, me siento muy bien. Mi hermana me lavó los calcetines five fingers nada más llegar el día anterior para que pudiera volver a gastarlos hoy, ya que gracias a ellos y a las zapas nuevas, las ampollas no fueron a más, ni sentí el más mínimo dolor…(es para flipar con mi hermana o no?).

Hoy empezamos desde el mismo campamento, con dos salidas. Hay  tiempos de corte así que salimos escopetaos. Estamos nerviosos y se nota. Louise y yo vamos juntas desde el km2.
A partir del km4 nos meten por el gran canyon que es espectacular. Nos quedamos super alucinadas porque no nos habíamos enterado de que íbamos a pasar por él. Enorme, precioso, inimaginable pensar cómo será verlo lleno de agua.
Pronto alcanzamos el km 7.7 (CP1), donde está Rebecca (voluntaria y novia de Sam) junto a dos de los chavales. Es divertido haber salido primero los lentos porque así disfrutamos por primera vez de ver a la gente en cabeza pasar corriendo. ¡¡Y cómo corren!!...yo alucino que tras 4 días y siendo esa etapa la más larga, pasen como si estuvieran esprintando. Les animamos, silbamos y chillamos, al igual que ellos hacen con nosotras.
El día ha salido super ventoso y no sé cómo nos las arreglamos pero vamos todo el rato con el aire en contra.
Llegamos al CP2 (km 19). Mi hermana me saca una coca-cola de la nevera de los cubitos. Casi lloro de la emoción!!. Allí coincidimos con mis superrequeteamigos Hans y Malte que corren juntos. Qué dos tipos más majos!...sin duda, con los que mejor lo hemos pasado. Cuánto me han hecho reír!


Salimos poco después de ellos y vamos chillándonos por el camino unos a otros… “I love you! You are great! Keep going!...I love you too!”…
Empieza un tramo eterno y único de asfalto con sube-bajas. Más largo que un día sin móvil…

Paro en el km21 a mirarme los pies porque me da la sensación de que se me ha soltado una de las tiritas…pero no, era simplemente que me dolía un dedo. No hay nada que hacer, dos uñas han empezado a ponerse violetas tirando a negras y probablemente, en unos días pasarán a mejor vida.
 
Llegamos al CP3 (km 31), donde el tiempo de corte era a la 1 del mediodía. Aquí por fin mis nervios se diluyen del todo, pues Louise y yo hemos llegado a las 12. Mi sister que está allí, salta de alegría. Estamos las dos eufóricas perdidas de ver que esto está prácticamente hecho. No les permiten pasar a todos hasta el CP4, ya que es zona restringida, así que hasta meta no nos volveremos a ver. Nos despedimos cual soldado que marcha a la guerra…

Louise y yo vamos tan contentas que no paramos de contarnos cosas de nuestras vidas, riéndonos sin parar y haciéndonos fotos.
Cuando alcanzamos la zona de las dunas vamos impresionadísimas del paisaje. Ni las fotos son capaces de demostrar su grandeza. No hay palabras para describir algo así. Hay que verlo.

Casi sin darnos cuenta llegamos al CP4, donde están Mike y dos de los chavales (uno de ellos, mi lovely Daniel, al que cogí un cariño enorme y con el que me daba unos abrazos en cada avituallamiento, que paqué).
Mike nos indica hasta donde le llega la vista por donde hemos de seguir. Aquí acaba la señalización y todo lo que pueda venir a partir de aquí, es sorpresa.


Ir con Louise este tramo, fue un regalo. Yo sola por ahí, me hubiese cagao del miedo.
El paisaje era simplemente infinito. Íbamos por lo que denominaban un río seco, rodeado de dunas por ambas partes. Pero dicho río no era un río al uso, de un ancho así como medible o algo…no…la distancia entre las dunas de una parte y las de la otra, debía de ser de un mínimo de 10 kilómetros (por decir algo), por lo que la inmensidad de lo que veías, no tenía precio.




Llevábamos cerca de 50kms y nos reíamos de nuestro ritmo al correr, pues probablemente dos octogenarias nos hubieran despeinao corriendo a nuestro lado.
Tras una buena tanda de kms, llegamos a la carretera que nos llevará a la Duna 45, que hemos de subir antes de cruzar la 4ª meta. Es super gracioso ver que por ahí hay turistas y que por lo visto se han enterado de la carrera y paran los coches para ¡¡¡hacernos fotos!!!...Cada dos por tres hemos de peirnarnos y correr con mejor talante, que nunca se sabe dónde pueden ir a parar nuestros caretos.

Chillamos de alegría cuando por fin vemos a lo lejos ondear las banderas de la NDC. Ya estamos ahí!...
Vemos y oímos a mi hermana con el silbato. Saltando y gritando como loca. A esas alturas de la carrera, había conseguido ya que todos los voluntarios bailasen y cantasen como ella cada vez que llegaba algún corredor. Daba risa ver a algunos de los negros tamaño armario bailando y cantando “oe, oe, oe, oeeeee”. Única mi sister!
Nos abrazamos. Me emociono sobremanera y ella también. La carrera no termina hasta que subamos y bajemos la Duna 45. Me dice que nos acompaña y me encanta. Cogemos los palos y empieza la subida. Ahí vamos las 3. Flipante la pendiente de la duna y las vistas desde ella. Me da hasta vértigo mirar hacia atrás o hacia abajo. Es algo increíble. Nos hace cantar sin parar y ahí vamos Louise y yo, tras tropecientos kms, sonriendo, cantando y felices como nunca.
Alcanzamos la cima donde está la bandera de la NDC y cogemos una de las pulseras verdes que hay que llevar para demostrar que has subido.
La bajada es algo grandioso. La altura es bestial, pero la arena te hace sentir seguridad y puedes hasta correr sin temor a caerte.
Corremos, las 3, disfrutando como niñas pequeñas, hasta pasar por el arco de meta, arrodillarnos en la arena, alzar los palos al cielo y sonreír.


Stage 5. 28 kms Día dedicado a todos los que en algún momento formaron parte de este sueño y a los que aún sin estar, me acompañarán siempre (Manuel-Atenas, gran corredor que nos dejó unos días antes de irme al desierto y a mi Mimich, que recordé mucho porque el último día de carrera era su cumpleaños).
Estamos todos super contentos. Se nota que es el último día y que tenemos claro que vamos a conseguir terminar. Cogemos el bus y vamos más en plan excursión que en plan matadero (como parecía el resto de días). Buba nos lleva hasta la Duna 45, que es desde donde salimos hoy, para terminar unos kilómetros más allá de la Duna Big Daddy (la duna más alta del mundo que nos tocará subir como broche final del ultra).
Corto briefing de Terry bajo el arco de salida. Ha salido el día gris y frío. Cosa rara pero así es. Última cuenta atrás de 5, 4, 3, 2, 1, go y para allá que nos vamos en tropel.

Louise y yo vamos muy animadas, corriendo gran parte del recorrido hasta llegar a la primera duna que hemos de trepar (literalmente, pues de empinada que era nos costó subirla a 4 patas) antes de alcanzar el CP1 (km 15).
 
Si el resto de días habíamos disfrutado de unos paisajes diferentes y espectaculares…éste último ya fue el no va más.  Zonas por las que íbamos a pasar, tienen prohibido todo acceso y se necesitan permisos especiales que cada año resulta más difícil conseguir.

Casi llegando a la cima de esa primera duna, empieza a llover…pero bien…con ganas…y una ventolera loca, que dificulta muchísimo la subida (3 años hacía que no llovía en Namibia…mira tú que bien). Llegamos arriba y desde allí, vemos el coche de Mike (médico), que está en el CP1 con mi hermana y Coby.
 
Bajar la duna corriendo, con lluvia mojándote la cara y las piernas, dejándote llevar casi que por la gravedad, es brutal. Disfrute máximo.

De repente de entre el inmenso paisaje salen mi hermana y Coby corriendo hacia la base de la duna, bajo la lluvia, cantando a dúo “come to mummy, go to daddy”!!...(por referencia a la última duna Big Daddy)…Qué risa por favor!...qué grandes las dos!...
 
Paramos allí un poco a quitarnos la arena de las zapas, que viene un tramo de suelo super seco por el que se puede correr bien. Es un valle espectacular. Vacío. Seco y sin vida. Pero mágico.

Salimos de él y vamos dirección a la Big Daddy. Llegamos a la zona de enormes dunas y no sabemos cuál es ni por donde ir exactamente. No vemos señales ni bandera en ninguna cima. De nuevo Louise hace uso de sus buenos conocimientos cartográficos, me consulta y coincidimos en que la más alta de todas y la más empinada, ha de ser.

Vuelve a llover, pero ya menos, lo cual se agradece. Subimos, subimos y subimos. Aquello parece interminable. Vemos la bandera y nos llevamos un alegrón. Seguimos subiendo. Por fin en la cima, empezamos a mirar alrededor por todas partes y como el viento ha borrado las huellas de los anteriores corredores en cero coma, no tenemos ni idea de por dónde hay que bajar. Vuelta al mapa, vemos que hay una zona blanca, abierta y muy árida por la que hay que pasar. Siendo así, hemos de bajar por la parte con más pendiente de todas (prácticamente vertical). Sólo mirar hacia abajo da un vértigo alucinante. Le digo a Louise que no nos queda otra. Me quito las zapas y allá que voy. Los primeros metros los hago del revés y de rodillas porque me da la sensación de que voy a caer empicada. Cuando veo que ya acojona menos, empiezo el descenso triunfal corriendo y disfrutando lo indecible.


El cambio de suelo al llegar al final de la duna, es radical. Suelo seco y duro como jamás he visto otro. El paisaje ante nosotras es indescriptible. El DEAD VLEI (valle muerto). Impresionan esos árboles secos que llevan ahí sin vida más de 500 años, que no desaparecen por el hecho de que no haya humedad.
 
Corriendo a nuestro encuentro viene mi hermana desde el final del valle. Nos informa de que la mayoría se ha equivocado y ha bajado por donde no tocaba. Nosotras, listas hasta decir basta, hemos acertado a la primera. Vamos con ella y Coby hasta el CP2 (km 25) donde se encuentra mi querido Daniel y otro de los 8 voluntarios.

Los kilómetros que nos quedan hasta meta se hacen eternos. Jens nos adelanta…vaya fuerza mental ha tenido el tío toda la semana estando tan fastidiado como estaba.
No soporto ya ir por la arena con las zapatillas llenas hasta los topes, me duelen todos los dedos, así que decido quitármelas. Voy descalza, con mis five fingers soportándolo todo.

Camino de arena, por el que pasan 4x4 cargados de turistas diciéndonos adiós. Louise camina rápido delante de mí. A mí sin zapatillas me cuesta más, pero voy tras ella al retrotero  sin parar de repetir… “fucking car park!!” (el arco de meta está en una explanada-parking).
Algo blanco se ve a lo lejos entre los árboles que rodean el camino…yes!!!...it’s the finish line, Louise!!!...y a las dos se nos ilumina la sonrisa, se nos emociona el alma…y empezamos a correr.

Oímos los aplausos, los chillidos, los silbatos… y nuestras piernas corren solas, sus voces nos llevan en volandas. Se me llenan los ojos de lágrimas y hago respiraciones cortas para no ahogarme de tanta emoción. Veo que nos esperan algunos de los corredores que ya han terminado. Corredores que ya son grandes amigos, con los que he compartido 5 días que han sido tan intensos como 5 años. Voy pensando en que lo he conseguido, que he vuelto a soñar despierta y he vivido mi sueño. Soy fuerte y grande para mí misma, pequeña y débil para la inmensidad del desierto. Pero soy.
Mi hermana aplaude, salta, chilla…con mi medalla entre sus manos. Ver que va a ser ella quien me la ponga, me desboca el corazón. Cruzamos la línea de meta. Louise y yo nos abrazamos.


Mi sister me pone la medalla. Nos cogemos todo lo fuerte que podemos y me pongo a llorar como una niña pequeña. Ella también y a nuestro alrededor, se para el tiempo.

Segundos infinitos que guardaré en mi memoria y mi corazón, mientras viva.
“Gracias Meui por haber vivido esto conmigo”…le digo entre sollozos.

“Gracias a ti, Syl, por dejarme vivirlo contigo”, me contesta.
 

Pd1: La palabra gracias me suena a poco para lo que quisiera decirle a mi hermana. Sin ella, esta experiencia no hubiese sido ni la mitad de increíble de lo que ha sido. Te quiero multiplicado por el número de granos de arena que hay en el desierto de Sossusvlei.

Pd2: Gracias a la organización por permitirme vivir algo tan espectacular  (Terry, Shannon, Jenny, Samantha, Marcia, a los 8 chavales incluido mi Daniel adorable, a Mike, a Rebecca y a las supporters Coby y Mer); a cada uno de los corredores por todo el apoyo, el cariño y las risas; a mi mister y nutricionista (Rubén y Andrea) por guiarme y por tener una enorme paciencia conmigo; a todos los amigos y familiares que estuvieron conmigo desde la distancia con sus mensajes y energía;  a mis compis del curro y al maravilloso grupo de fans que tengo entre los compis de trabajo de mi hermana; a mis pequeños artistas que vinieron con sus papás a recibirme al aeropuerto con su entrañable pancarta; a mi Juanito que sé cuánto sufre por mí con todos mis retos…y al amor más grande de mi vida, mi hija Luna, que lo primero que me dijo al verme en el aeropuerto fue... “ahora tendrás mucha lechita para darme, a qué si mami?”.

Pd3: Felicidad absoluta.


6 comentarios:

Genín dijo...

¡Pero que ovarios tienes!
Menos mal que todo terminó bien y que has salido fortalecida espiritualmente, porque físicamente no lo creo y estarás en el taller de reparaciones...jajaja
Y Lunita a lo suyo, ya tiene la leche de nuevo...jajaja
La próxima vez será -espero que no- en Siria, o la zona pro rusa de Ucrania, quizá Libia...jajaja
Besos y salud

El crusti dijo...

Oiga. Yo. Este... A sus pies

Anónimo dijo...

Eres grande, grandísima. Lloro y río leyendo cada post tuyo. Un beso enorme Sylvie. Rosalía.

Manuel dijo...

No eran cabras… eran gacelas. No es locura lo que mora en su cabeza; lo que les mueve son las ganas de pisar la tierra en libertad: la tierra, la roca o lo que se les ponga bajo sus fascíticas y fantásticas pezuñas.
Felicidades! Oryx

Remei dijo...

You are the CANE!!!! jaja

he vist el mail de Merce amb el link de la crònica de la carrera de camí a València en el cotxe. M'he posat a llegir-lo en veu alta perquè Rafa també volia escoltar-lo i ens ha durat tot el camí. Quan arribàvem ja estava tan emocionada amb un nus a la gola i els ulls amb la llagrimeta que se feia borrosa la lectura. Quina passada!! Ets increïble. Quina experiència, hem disfrutat...enhorabona campiona!!!
mil besets

Beatriz dijo...

Me ha encantado. Es un orgullo teneros como amigas y compartir algunos ratos con las dos. Sylvie me parece fortaleza extrema y Merce es admirable.
Mi sister también me acompañaría.
Un beso a las dos. Se os quiere mucho.
Beatriz.